Acabo de tener un conflicto de agenda.
«¡Mira cómo tengo el Outlook!, ¡qué me quito!, ¿cuándo descanso?”
“¡Déjame que mire agenda!, ¡me suena que tengo algo pero…!”
“¡Oye, disculpa que te dije que sí podía, pero resulta que ya tenía convocado una reunión!”
“¿Qué?, ¿Qué dónde estoy? ¿cómo, que era presencial?, ¡pero si creía que era en remoto!”
“¡Oye, que aún nos has convocado la reunión de la semana que viene y estamos a viernes!”
“¿Cómo?, ¿que conecte la cámara, wtf!!!??”
Las agendas,… ¿quién no se ha sentido identificado con alguna de las situaciones que acabo de narrar?. Seguramente habréis vivido alguna incluso más potente.
Nosotros, que ofrecemos servicios de mejora continua y Lean, “somos muy buenos planificando”. Y somos conscientes de su importancia. Es clave aprovechar la agenda al máximo. Tener reuniones productivas, bloquear huecos para pensar o planificar, tomar el control de los tiempos y cómo nos organizamos. Eliminar mudas, reducir actividades que no aportan valor,…
Pues bien, hoy a las 12:30 y mientras escribo estas líneas, tendría que haber tenido una reunión con un cliente (y amigo, gracias por tu compresión) que habíamos fijado a comienzo de semana. Le recuerdo con diez minutos de antelación por WhatsApp que nos vemos en remoto en unos minutos y …
Resulta que no había incluido su contacto en la convocatoria, pese a que estaba con él en el momento de fijar la reunión y en ese mismo momento la «agendé”. En mi Outlook estaba imponente la convocatoria.
Lecturas:
-Vivimos colgados del tirano Outlook
-Creemos que somos ordenados por tener una agenda
-Se me ha quedado un hueco precioso a última hora de la mañana de un Viernes 😊
¡!Buen fin de semana a todas y todos!, ¡especialmente a los contactos de mi outlook!!